En un precioso y
frondoso árbol nació un alegre y risueño gusanito llamado Nano, un pequeño
habitante que dio mucho qué hablar en el bosque. Y es que desde que nació, Nano
siempre se ha portado distinto de los demás gusanos.
Caminaba más despacio
que una tortuga, tropezaba en casi todas las piedras que encontraba por
delante, y cuando intentaba cambiar de hojas......¡qué desastre!....siempre se
caía.
Por esa razón, la colonia de los gusanos le llamaba el gusanito
torpecillo. A pesar de las burlas de sus compañeros, Nano mantenía siempre su
buen humor. Y se divertía mucho con su torpeza.
Pero un día, llegado el otoño, mientras Nano se daba un paseo
por los alrededores, una gran nube cubrió rápidamente todo el cielo, y cayó una
gran tormenta.
Nano, que no tuvo tiempo de llegar a su casa, intentó abrigarse
en una hoja, pero se resbaló y acabó cayéndose al suelo, haciéndose mucho daño.
Se había roto una de sus patitas, y se había quedado cojo. Pobre
gusanito... torpecillo y cojo. Agarrado a una hoja, Nano empezó a llorar porque
ahora no podía jugar, ni irse de paseo,
ni caminar... Pero, una noche, cuando Nano estaba casi dormido, una pequeña luz
empezó a volar a su alrededor.
Primero, pensó que sería
una luciérnaga, pero la luz empezó a crecer y a crecer... y de repente, se
transformó en un hada vestida de color verde. Nano, asustado, le preguntó:
- Quién eres tú? Y le
dijo el hada:
- Soy un hada y me llamo
naturaleza.
- ¿Y porque estás aquí?,
preguntó Nano.
- He venido para decirte que cuando llegue la primavera,
ocurrirá un milagro que te hará sentir la criatura más feliz y libre del mundo. Explicó el
hada.
- Y ¿qué es un milagro?,
continuó Nano.
- Un milagro es algo
¡extraordinario, estupendo, magnífico!...... Explicó el hada y, enseguida
desapareció.
El tiempo pasó y llegó el invierno. Pero Nano no dejaba de
pensar en lo que le había dicho el hada. Ansioso por la llegada de la primavera, Nano contaba los días que
quedaban, y así se olvidaba un poco de su problema.
Con el frío, todos los gusanos empezaron, con un hilillo de seda
que salía de sus bocas, a tejer el hilo alrededor de su cuerpo hasta formar un
capullo, una casita en la que estarían encerrados y abrigados del frío, durante
parte del invierno. Al cabo de algún
tiempo, había llegado la primavera.
El bosque se vistió de
verde, las plantas se llenaron de flores, y finalmente ocurrió lo que el hada
había prometido... ¡El gran milagro! Después de haber estado dormido en su
capullo durante todo el invierno, Nano se despertó.
Con el calor que hacía,
el capullo se derritió y Nano finalmente pudo conocer el milagro. Nano no sólo
se dio cuenta de que caminaba bien, sino que también tenía unas alas
multicolores que se movían y le hacían volar..
Y es que Nano había
dejado de ser gusano y se había convertido en una mariposa feliz, y que ya no
cojeaba.
Aquí abajo os dejo el material que utilicé realizado por mí para contar el cuento: